20091016
-TURQUESAS
En el Tíbet, la turquesa no es considerada una piedra preciosa, porque no consienten que se la trate como piedra, y hacerlo los ofende. Es, simplemente, "turquesa" ("gyu" en tibetano), y el conocimiento de sus propiedades y sus significados es visto como algo distintivo de su propio pasado como pueblo, sin que acepten haber recibido influencias externas en este aspecto de su cultura. La turquesa aparece, pues, como una especie de "piedra nacional", con la que se identifican, a la que respetan, y a la que usan en joyería, pero también atribuyéndole propiedades medicinales y de curación energética. Encuentran en sus variaciones de color el reflejo de los cambios en la salud de su portador, y para la cultura tibetana, el brillo de la gema depende del trato que se le da, beneficiando tanto al que la regala como al que la recibe si el vínculo que se expresa en esa donación es amoroso. Si el portador está afectado de influencias maléficas, la turquesa palidece y su coloración decae.
Cuando se trata de un uso medicinal, suele utilizarse pulverizada, y se valora su eficacia en relación a trastornos hepáticos, anemias o enfermedades psicosomáticas de carácter histérico. Se utiliza también en la elaboración de objetos rituales para las ceremonias religiosas, considerándose indispensable entre las ofrendas a los grandes lamas. Padmasambhava luce en la imagen una rotundo collar de turquesas. En el enlace referenciado abajo se presenta un artículo muy completo sobre la turquesa en el Tíbet. Según se afirma en él, en la biografía de Padmasambhava se la cita como componente indispensable de tintes y pinturas, junto a otras piedras preciosas. Pero no olvidemos que para los tibetanos, la turquesa no es una piedra preciosa, porque no es una piedra. Es, simplemente, "turquesa".
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