20091005

-ALIMENTARSE DE LA PERPLEJIDAD

En el relato del nacimiento de Padmasambhava aparecen multitud de detalles que resultan de gran interés. Hoy hay uno que resuena con especial fuerza, y es la afirmación que titula la entrada. "Alimentarse de la perplejidad" requiere, primero, experimentarla realmente y haber vivido el tormento de la mente dual enfrentada a sí misma. Y después, poder mantenerse firme desde ahí como si descansáramos en lugar seguro. "Sustentarse de la perplejidad", siendo una de las respuestas en la presentación que Padmasambhava eligió para sí mismo, parece un desafío difícil y un reto que anunciaba su grandeza; y la de todos, humanos, que podemos compartir el tormento y la salida del tormento, tomando alimento de él para ir más allá de él. El fragmento de la biografía dice así:


"El rey y su ministro fueron al lago, y subiendo a un pequeño bote llegaron al lugar sobre el cual brillaba el arco iris. Allí contemplaron una fragante flor de loto, cuya circunferencia era mayor que la de un cuerpo humano con los brazos extendidos, y sentado en el centro de la flor, a un pequeño niño rubio y de rosadas mejillas, parecido al Señor Budha, quien sostenía un minúsculo jarro de agua sagrada y en los pliegues de su brazo izquierdo, una diminuta vara de tres puntas.
El rey sintió gran veneración por el niño que había nacido por sí mismo, y no pudiendo resistir la alegría, lloró. Le preguntó al niño: "¿quienes son tu padre y tu madre, y de qué país y de qué casta eres tú? ¿Qué alimento te sustenta, y por qué estás aquí?" El niño contestó: "mi padre es la Sabiduría y mi madre es la Nada. Mi país es el país del Dharma. No pertenezco a casta ni credo algunos. Me sustenta la perplejidad; y estoy aquí para destruir la Lujuria, la Ira y la Pereza." Cuando hubo cesado de hablar el niño, el ojo derecho del rey ya no era ciego. Abrumado por el júbilo, el rey llamó al niño "el Dorje nacido del lago", y él y su ministro le rindieron homenaje."
Fuente: "Epítome de la vida y doctrinas del gran gurú tibetano", en El libro tibetano de la gran liberación (1998), Ed. Kier, Buenos Aires. página 161

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