20091010
-MANDARAVA
Mandarava aparece representada de pie, portando un espejo ensartado a la flecha de la larga vida que sostiene con la mano derecha, y lleva el vaso de la longevidad en la izquierda. Exhibe su corona, joyas y atuendo real, como correspondía a su rango de princesa del reino de Zahor, al norte de la India, antes de retirarse a practicar a un lugar apartado de los esplendores de la corte. Su nombre hace referencia a uno de los cinco árboles del reino de los dioses, con flores de color anaranjado brillante. Siendo la primera de las cinco consortes principales de Padmasambhava, es considerada también emanación de la Tara blanca, divinidad protectora y símbolo del principio femenino para la tradición tibetana.
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Renunció a los privilegios de la vida en palacio y junto a su séquito de doncellas, prefirió la reclusión en un lugar cerrado para poder profundizar en la práctica meditativa. Allí fue visitada por Padmasambhava, que se les apareció haciendo girar la rueda del Dharma. Llegó la noticia a oídos del rey, su padre, y creyó que Mandarava había roto sus promesas de soledad y retiro; ordenó por ello encerrarla tras un foso rodeado de espino, y quemar vivo al Gurú Rinpoché. Es en este momento donde hay que situar el relato de la transformación de la pira de fuego en lago sagrado, en donde Padmasambhava volvió a aparecer, indemne, sobre un loto. El efecto fue inmediato; y el rey de Zahor le entregó a su hija Mandarava, junto a su reino.
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La imagen forma parte del repertorio creado por "Terra Pura de Padmasambhava", un proyecto impulsado por Chagdud Gompa de Brasil, y a Mandarava se la sitúa a la derecha de Padmasambhava en el mandala. Mañana explicaremos algo del enlace al proyecto.
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