20091022

-ELEGIR PAREJA

Leí hace tiempo, en alguna de las versiones de la biografía de Padmasambhava que he ido consultando desde que inicié este blog, un episodio que me pareció de gran interés. Pensé: "aquí hay una entrada." No tomé nota ni indiqué el texto o la página web de la que se trataba. He intentado localizar de nuevo la referencia en estas últimas semanas, lo hice otra vez ayer y hoy lo he vuelto a intentar, sin mejor suerte. No hay manera. Encuentro aspectos parecidos y a veces convergentes en torno al tema del que se trata, pero no la literalidad que en su momento -hace bastantes meses de ello- me llamó la atención. Como empiezo a dudar de que llegue a encontrar la referencia exacta, y lo que aquí se escribe, aún cuando intento ser medianamente riguroso, no tiene un valor académico ni testifical, lo explico tal y como lo recuerdo. En algún momento, quizá, podré darle justificación documental.

Pues bien, se trata del momento en que Padmasambhava decidió que era conveniente para su plena maduración espiritual conseguir pareja. Después de episodios de renuncia a la vida en palacio y de entrega firme a disciplinas ascéticas, de profundización solitaria en prácticas secretas y de entrenamiento con maestros y gurús, se dió cuenta que en su vida faltaba algo que necesitaba completarse. Y así fue como decidió que era preciso encontrar consorte. Lo que me sorprendió de esa lectura que no consigo localizar de nuevo fue la forma en que abordó la búsqueda. El relato perdido al que no he podido volver afirmaba que Padmasambhava definió qué quería con bastante precisión, y encargó a otros que facilitaran el encuentro. "Que sea joven y atractiva, que tenga buena disposición para el aprendizaje, que pueda practicar con constancia y entrega..." y así elaboró un retrato muy exacto de quien podía ser su consorte. Al poco tiempo, una joven volvió con los que habían escuchado su petición, y Padma dio su conformidad materializando el encuentro. Si no estoy equivocado, en aquella biografía se trataba de Mandarava, pero lo digo sin demasiada seguridad porque hay otras versiones muy distintas en otros textos sobre el modo en que se produjo el contacto entre los dos; ya nos hemos referido a ellas en anteriores entradas. Quizá la diferencia pueda entenderse atendiendo al punto de vista de quien habla: en esa versión que no he podido retomar, habla Padma. En las otras, es desde el punto de vista de Mandarava que nos llega el relato, y es ella la que queda prendada de la visión de Padma en su retiro. No es extraño que se produzcan divergencias y matices en este tipo de textos, aunque siempre son significativos. La tradición tibetana no pretende considerarlos testimonios históricos exactos, sino más bien guías simbólicas para el camino de realización que cada uno lleva a cabo en su propia vida.

Habría mucho que decir sobre la anécdota, real o imaginada, y muy probablemente se trate de una extrapolación de prácticas matrimoniales tradicionales en la zona en aquella época, pero no deja de tener su gracia que, según se nos cuenta, a veces baste con desear claramente y expresarlo con precisión para que suceda. Por eso no olvido esa cita que no encuentro.

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