Ayer, se recordó la existencia de los obstáculos y algunos métodos útiles para superarlos, como la meditación Shiné, que corta en su raíz la ignorancia y el ego, al facilitarnos alcanzar la calma mental. Las emociones aflictivas que nos hacen sufrir tienen su raíz en la ignorancia que nos impide reconocer las cosas como son: todos los seres tienen la naturaleza de Buda, sin distinción alguna. Pero no siempre se alcanza a reconocerla, y es esa la causa que impide su plena realización. Nuestra situación podría compararse a la de un hombre que vive en la miseria, en una choza ruinosa, pero que tiene enterrado bajo el suelo de su humilde vivienda un tesoro precioso, de valor incalculable. La joya oculta cuya existencia ignora puede limpiarse, pulirse, y esa sencilla tarea le permitiría salir de su situación. Pudiendo vivir en la plenitud de una existencia gozosa vivimos, por no reconocerlo, en la triste condición del pordiosero que pide y se queja. Es desde esa ignorancia y desde el no reconocimiento de lo que espontáneamente somos que nace el ego y el aferramiento a nuestras creencias limitadoras. Esa ignorancia aprendida es la que lleva a transitar por los reinos del samsara: el apego, la aversión y la ignorancia que provoca confusión.
La clave para superar el miedo en tiempos de incertidumbre es hacerse cargo de la propia mente.
Cuando practicamos Shiné podemos tomar como soporte puro a las diferentes deidades, como objetos mentales que visualizamos plenamente, en el espacio ante nosotros. Primero el Buda Vajrasatva completamente claro, puro, definido como una esfera de cristal transparente, de pura luz blanca, y es a su corazón hacia el que dirigimos la mente, dejándola reposar en él.
-Cómo superar la somnolencia en la práctica de la meditación?
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-Se pueden manifestar los Budas en el mundo relativo para ayudarnos en este mundo o si aparecen debemos tomarlo como creaciones ilusorias de nuestra mente?
-La raíz de las deidades y demonios es nuestra mente. Para una mente purificada, perfectamente vacua, nirvana y samsara son lo mismo, y en ella no hay ni deidades ni demonios externos. Como no hemos llegado al estado de Buda, existen para nosotros deidades y demonios. Si lo que se presenta nos resulta benéfico, entonces es una deidad; si lo que aparece en la mente tiene un efecto negativo para nosotros y nos perjudica, entonces lo que se manifestó fue un engaño diabólico de nuestra mente.
-El Reiki no es una práctica budista, pero es un método para beneficiar a otros seres y aliviarles del dolor y el sufrimiento, que no conoce como para poder afirmar si es bueno o malo. Si usamos el Reiki y los mantras con intención compasiva para el beneficio de los demás, entonces no hay problema. El mantra del Buda de la Medicina sería el más adecuado. Hay que evitar en todo caso usar los mantras de las divinidades airadas en conjunción con Reiki. Tampoco ninguno de los mantras de los tres tantras superiores.
-No es problema; la razón de intentar la visualización en el espacio externo es que ayuda a estabilizar la mente al verlo como si estuviera fuera de nosotros, y así reconocemos más fácilmente las distracciones. Las deidades visualizadas en uno mismo son de gran utilidad para la purificación de nuestras palabras, nuestro cuerpo y nuestra mente de todo tipo de oscurecimientos (kármicos, emocionales, de los patrones habituales, de la ignorancia...). Conviene primero ver a la deidad enfrente de nosotros, porque vernos directamente como si ya fuéramos la deidad es prematuro; hay que purificarse antes viendo a la deidad ante nosotros, reconociendo así la semilla de la budeidad en cada uno. Conviene siempre ir viéndonos como deidades para substituir así poco a poco la conciencia oscura de nosotros mismos, y recibiendo mediante la visualización el potencial de todos los budas en cuerpo, palabra y mente.
Las enseñanzas han continuado por la tarde, y han concluido con la bendición personal de S.E. a todos los asistentes mediante la realización del ritual de "dar las órdenes", como emanación de Hayagriva, y la toma de refugio de los nuevos discípulos .
Se ha recordado, al inicio de la sesión de la tarde, que a veces al empezar en la meditación descubrimos que en la mente hay aún más pensamientos. Nada nos garantiza que no suceda así, pero eso no debe llevarnos a creer que no funciona o que sea mejor abandonar la práctica. Lo que en realidad sucede es que al meditar podemos reconocer mejor el flujo incesante del pensamiento discursivo que ha estado siempre ahí. Es por contraste que nos parece que hay ahora más pensamientos: estamos reconociendo lo que ya está en la mente. Estaba antes igual, pero no nos dábamos cuenta de su constante actividad.
Resulta necesario reconocer también ese valor de la meditación, incluso aunque el pensamiento no cese o se haga más presente. Reconocer esa función nos evitará la decepción. El resultado de la estabilidad y la calma no son inmediatos. Al empezar a meditar, estamos empezando a darnos cuenta de lo que pasa en nuestro interior: cadenas de pensamientos burdos que siempre han estado ahí.
Al reconocer el pensamiento, no hay que querer detenerlo, pero tampoco hay que seguirlo: hay que dejarlo tal cual. Poco a poco, perderá fuerza y cada vez serán menos los pensamientos que nos ocupen. Podemos relajarnos en el pensamiento mismo, sin necesidad de suministrar ningún antídoto: se irá extinguiendo por sí mismo, al reconocerlo. Conseguiremos así que los patrones habituales que alimentan el discurso mental vayan perdiendo fuerza. El pensamiento se disuelve por sí mismo si no lo reforzamos con nuestra atención. Se trata de conseguir de este modo la autoliberación del pensamiento.
Veremos que aunque el primer pensamiento se haya autoliberado, surgirá un segundo pensamiento. Hay que volver a actuar del mismo modo, mediante la liberación en el surgimiento del pensamiento, al observarlo en su raíz con plena conciencia. Y así deberemos proceder sucesivamente. Sea lo que sea lo que surja, no hay que seguirlo: surge por sí mismo y por sí mismo se libera. Es una buena práctica alternar la practica de autoliberación del pensamiento con las visualizaciones de Vajrassatva y Chenretzi. Cada vez habrá menos pensamientos, y la concentración será cada vez más larga.
Los patrones negativos son difíciles de domar; para conseguirlo podemos contar también con la ayuda de nuestra respiración. Manteniendo la postura de meditación de siete puntos de Vairochana, o bien simplemente manteniendo la espalda recta en su posición natural, llevamos la atención a la inhalación y la exhalación, primero por el orificio derecho de la nariz, luego por el izquierdo y luego por ambos. Cada vez que exhalamos expulsamos todas las negatividades, visualizándolas como escorpiones negros que salen con el aire que expulsamos. Ante nosotros, el fuego de la sabiduría primordial los destruye. Al inhalar no hay ninguna visualización especial. Si mantenemos el aire debajo del ombligo, la práctica es aún más beneficiosa.
Es muy necesario sostener el esfuerzo en la práctica constante de Shiné. Mediante las prácticas superiores de Dzogchen podemos llegar a verlo todo como una ilusión, un sueño, viviendo así sin apego ni aferramiento. Y aunque ahora no podamos mantener esa actitud, hay que entender que muchos de nuestros problemas vienes de no poder estar contento, satisfecho con lo que hay tal cual es. La devoción en el Dharma y su aplicación práctica en todas las situaciones harán que las emociones aflictivas disminuyan. La confianza en el Dharma y la práctica de la compasión hacia todos los seres son fundamentales. Si nosotros estamos bien, si nuestra mente está en calma, todo está bien. No hay que hacerse más problemas uno mismo; al pensar desde una mente inquieta creamos más problemas y obstáculos. Lo esencial del Dharma es ser una buena persona, tener buen corazón. Para ser verdaderamente felices hay que acostumbrarse a estar satisfechos y contentos: el Dharma nos permite ver que es así. Mediante la meditación podemos evitar la decepción, que es fuente de sufrimiento.
Se ha pasado después a realizar el ritual de "dar las órdenes", que ayuda a superar enfermedades siempre que no sean de origen kármico (como lo son el cáncer o el SIDA, según afirma Rinpoché). Nos protege de miedos, espíritus negativos, demonios, alucinaciones, trastornos mentales, ansiedad, y de todas las enfermedades originadas en la mente. Mientras el Maestro "da las órdenes" en el ritual, se identifica plenamente con la deidad, es la deidad misma -Hayagriva, con la que S.E. mantiene un vínculo muy intenso desde hace muchas vidas. Mediante las órdenes se expulsan a los enemigos, y se ahuyenta a los obstructores que nos perjudican. Dorje Drollo es la manifestación de Gurú Rinpoche que acompaña en esta práctica de sanación y bendición.
Al concluir las enseñanzas, se ha realizado la toma de refugio de algunos nuevos discípulos, y después la bendición de katas mientras se cantaba el mantra de Gurú Rinpoché.
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