"EPÍTOME DE LA VIDA Y DOCTRINAS DEL GRAN GURÚ TIBETANO", en Libro tibetano de la Gran liberación, pág. 200-201. Ed. Kier. Buenos Aires, 1988
20100630
-LA PASIÓN DE PADMASAMBHAVA
Una vez más, la literalidad de las palabras que narran la biografía de Padma es lo suficientemente poderosa en sus analogías y sugerencias que los comentarios que pudieran hacerse, están de más. Se narra la pasión, y de algún modo, también la resurrección posterior: formas y esquemas eternos que acompañan la presencia terrena de ciertos seres que alumbran caminos con su luz.
"Un vaquero que había presenciado la llegada de Padma y cómo las religiosas lo habían hecho entrar en el monasterio, se acercó a la puerta para escuchar, y luego de comprobar que el joven Padma estaba hablando con las religiosas, informó que Mandarava vivía con un joven brahmachari y que no era tan virtuosa como todos la habían considerado. Cuando llegó a oídos del rey esta acusación, ofreció una recompensa a quien pudiera probarla; el vaquero reclamó la recompensa. Ordenó el rey que sus soldados entraran al monasterio por la fuerza y que apresaran al joven si es que se encontraba adentro; y así Padma fue prendido y atado con sogas.
El rey ordenó: "Juntad aceite de semilla de til de todas las aldeas, y quemad al joven. Para castigar a Mandarava, metedla desnuda en un foso lleno de espinas, y dejadla allí durante veinticinco años. Poned una tapa sobre el foso para que no pueda ver el cielo azul. Poned en prisión a las dos monjas principales en una mazmorra. Y encerrad a todas las otras religiosas en un monasterio, de manera tal que nunca más puedan oír la voz de un hombre.
Los soldados se apoderaron de Padma, lo desnudaron, escupieron, golpearon y apedrearon, y luego, sujetándole las manos a la espalda, le colocaron una soga alrededor del cuello y lo ataron a una estaca en la encrucijada de tres caminos. Se ordenó a 17000 personas que llevara cada una un pequeño haz de madera y una pequeña medida de aceite de til. Se empapó en el aceite un largo rollo de tela negra y se envolvió a Padma. Luego se amontonaron contra él hojas del árbol tala y hojas de palmera. Sobre estos montículos se colocó la madera y se volcó el aceite de semillas de til. La pira era tan alta como una montaña y cuando se le prendió fuego en los cuatro extremos el humo ocultó el sol en el cielo. La multitud se sintió satisfecha y se dispersó rumbo a sus hogares.
Se oyó un gran ruido como el de un terremoto. Todas las deidades y los Budhas llegaron para ayudar a Padma. Unos formaron un lago, otros esparcieron la madera, algunos enrollaron la tela empapada de aceite y otros protegían a Padma formando una pantalla entre él y las llamas. Como el rey viera que después de siete días todavía salía humo de la pira, pensó para sí: "Después de todo esto, este mendigo debe haber sido encarnación de alguien muy poderoso", y mandó a sus ministros para que investigaran. Ante su asombro, los ministros vieron un lago circunvalado por un arco iris donde había estado la pira; alrededor del lago, esparcida, toda la madera que no se había quemado, y en el centro del lago, una flor de loto sobre la cual estaba sentado un hermoso niño envuelto en su aura, presumiblemente de unos ocho años de edad, con el rostro cubierto por el sudor. Ocho doncellas con el mismo aspecto de Mandarava atendían al niño."
"EPÍTOME DE LA VIDA Y DOCTRINAS DEL GRAN GURÚ TIBETANO", en Libro tibetano de la Gran liberación, pág. 200-201. Ed. Kier. Buenos Aires, 1988
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