20100119
-ARCHIVO DE LA MEMORIA
Acaso nada más que lo que escapa
se queda para siempre entre tus manos:
una gota de agua,
el sudor frío,
la noche silenciosa
y el aullido
de un perro incandescente cuando muere.
Te indican en señal dónde se mueve
la justa dirección que habías perdido.
Si sigues adelante
no hay destino
ni ruta ni horizonte
ni meta ni camino.
Te espera así al final
lo mismo que has vivido,
teñido de tinieblas;
y sangrando su sangre, más que olvido,
retorna aquella imagen
que vino un día hacia ti
y nunca se ha ido.
se queda para siempre entre tus manos:
una gota de agua,
el sudor frío,
la noche silenciosa
y el aullido
de un perro incandescente cuando muere.
Te indican en señal dónde se mueve
la justa dirección que habías perdido.
Si sigues adelante
no hay destino
ni ruta ni horizonte
ni meta ni camino.
Te espera así al final
lo mismo que has vivido,
teñido de tinieblas;
y sangrando su sangre, más que olvido,
retorna aquella imagen
que vino un día hacia ti
y nunca se ha ido.
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