20100117

- LA ESPADA DE MANJUSHRI

Padmasambhava recibió enseñanzas del Bodisattva Manjushri, y la vinculación entre ambos es profunda. A Manjushri, "el noble y dulce", se le considera la manifestación misma de la inteligencia, y desvanece la ignorancia favoreciendo el conocimiento espiritual.
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Se le representa habitualmente bajo la forma de un joven príncipe eternamente joven, de piel inmaculada, blanca o de color anaranjado brillante. Según ciertas tradiciones, nació de un rayo de luz surgido de la frente del Budha Shakyamuni, que hirió el tronco de un árbol, naciendo de la brecha abierta un loto en cuyo corazón estaba sentado Manjushri, ornado con joyas y ropajes de seda, resplandeciente.
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Porta en la mano derecha una espada flameante que representa la sabiduría, o el conocimiento discriminativo, alzada y a punto de caer para romper con toda ilusión, en especial la creencia en un yo separado. Conviene recordar que la ignorancia, en el budismo tántrico, es más una actividad de la conciencia que nos impide ver lo que verdaderamente es, que una ausencia o déficit de pensamiento. La ignorancia la construimos esforzadamente empeñándonos en saber, mientras que la espada de Manjushri rompe con esa actividad errónea y permite acercarse al auténtico conocimiento que descansa bajo ella. Erramos más por exceso de pensamiento que por su ausencia; la espada de Manjushri deja las cosas en su justa medida, para saber en realidad, es decir, para ver tal cuál es.
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En la mano izquierda sostiene un loto sobre el que reposa un libro de sabiduría, generalmente el "Prajna Paramita" que revela la naturaleza de la realidad: la vacuidad misma. Se le representa a veces cabalgando sobre un león blanco con crines turquesa, y aunque actúa en todo el universo, su lugar predilecto es WuTaiShan, la montaña de los cinco picos, lugar de peregrinación tanto para chinos como tibetanos. Los cinco picos, según las leyendas locales, estaban formados originariamente de piedras preciosas: diamante, zafiro, esmeralda, rubí y lapislázuli. Se dice también que abrió el valle de Katmandú con su espada, al permitir así que el lago que antes lo ocupaba se vaciara e hiciera posible la vida humana.

FUENTE: Fabrice Midal (2000): Mythes et dieux tibétains. Éditions du Seuil, Paris.


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