y entonces,
su fuerza irrumpe con verdad.
Rompiendo con la sombra el dique altísimo ante el mar,
los montes despeñándose, y el cielo en espiral,
se impone.
Arrastra con su empeño todo y más;
despoja de espejismos la ilusión
y rompe.
Es ciega la ocasión;
será mejor tomarla como luz.
La noche
-si se abre en una imagen que es señal-
no es noche ni es oscura ni especial.
Abierta en el misterio en un momento
cabalga su montura, ladra, y ya.
Llegó sin esperarla.
No se va.
Se pide lo que llega como quiere,
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