20090903

-MANDARAVA COMO TIGRESA

Somos muchos. O podemos serlo al menos. Hay muchos distintos en cada uno de nosotros. Y la rígida determinación con que se nos instruye en occidente en ser uno, coherente y previsible, choca con una actitud distinta en otras tradiciones culturales. Las ocho manifestaciones de Gurú Rinpoché son ejemplares como alternativa. También la literatura vajrayana en torno a las dakinis abunda en ejemplos sobre ese otro modo de estar en el mundo, más flexible, más rico, más complejo, más auténtico, más fiel a la auténtica pluralidad que nos constituye, expresando emociones distintas, dando vida a impulsos alternativos, representando la dispersión del mundo aparente en nuestra propia vida. Recojo un fragmento sobre la plasticidad de las dakinis en sus apariciones ante los humanos. El símbolo femenino por excelencia del budismo tántrico, vehículo de sabiduría e instrumento esencial del conocimiento último de la realidad, es rico en sus varias manifestaciones. De una de las consortes de Padmasambhava, Mandarava, se dice lo siguiente:

"En sus apariciones visionarias, la dakini también puede adoptar una forma no humana, como la de un yak, un perro o una tigresa. Cuando Guialwa Tötsanga (1189-1258) vagaba por la región del Kailash, apareció una dakini en forma de un salvaje yak hembra, que le guió hasta una remota cueva. Después se disolvió en las paredes de roca, dejando sólo la huella de su cuerno. El yogui meditó allí durante varios años y alcanzó la realización. La princesa india Mandarava era capaz de adoptar una gran cantidad de formas a voluntad, y su forma más famosa de animal era la de la tigresa preñada, que se procuraba alimento en los cementerios. Bajo esta forma, sirivió como montura del aspecto airado de Gurú Rinpoché, Dorje Dröllo, que encarna la inflexible loca sabiduría"

Fuente: Judith Simmer-Brown (2002): El cálido aliento de la dakini. MTM editores. Barcelona, Pág 311

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