20100429

-MANDARAVA EN LOS CEMENTERIOS

Hay episodios asociados a la biografía de Padmasambhava cuyos detalles resultan escalofriantes. En "Epítome de la vida y doctrinas del gran Gurú tibetano", Yeshe Tsogyal relata el encuentro de otra de las consortes de Padmasambhava con una niña abandonada. En la edición de Evans-Wentz de Editorial Kier, en la página 221 dice así:

"Mandarava marchó a la sagrada caverna Heruka de las Dakini, y allí se convirtió en abadesa de las mismas. Algunas veces asumía la forma de una dakini; otras, la de un chacal o tigresa; a veces, la de un niño o niña pequeño. Por estos medios hacía progresar la doctrina y convertía a los distintos tipos de seres.

Vivían en la ciudad de Pal-pang-gyu un hombre y su esposa, ambos tejedores. La mujer murió al dar a luz a una niña; y el padre, pensando que la niña no podría sobrevivir sin la madre, la dejó junto al cadáver de su progenitora en un cementerio; Mandarava, transformada en tigresa, fue al cementerio para comer la carne de los cadáveres y vio a la niña mamando del pecho de su madre muerta. Sintiendo infinita compasión, amamantó a la niña y la crió con su propia leche. Día a día, la tigresa comía la carne del cadáver de la madre y daba pequeños trozos a la niña.
Al cumplir dieciséis años, era una joven hermosa como una diosa y entonces Mandarava la dejó para que se valiera por sí misma. Viendo Padma que había llegado la hora de convertir a la muchacha, asumió la forma de un bhiksu y la inició en el Mandala de Vajra-Sattva".

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