Encuentro entre tus brazos, escondido,
la fuerza que perdí perdiendo el mundo;
escucho de tu boca –y no es sonido-
palabras que dan norte al vagabundo:
son órdenes secretas y sin ruido,
son voces de luz blanca en que me hundo
para salir a flote y ser herido
por su mismo esplendor, raro y fecundo.
No supe que eras tu –si es que lo has sido-
la sombra presurosa que reclama
venir de nuevo aquí, donde hay olvido.
Donde hay olvido vengo, estoy, y pido
tan solo que me arrastre a ti la llama.
Es clara y está quieta; ardo en el nido.
3 comentarios:
Que sincero y profundo poema
lleno de sensaciones, que sin tratar de desvelar el hermoso misterio, se hace tuyo siendo de todos y de todo.
Gracias de nuevo por este valioso blog.
saludos
Explicar la genealogía de un poema no sé si debe hacerse... En cualquier caso, este está vivo. Agradezco que lo aprecies. Saludos,
está vivo.
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