Lama Tsongkhapa destacó en el estudio de los textos sagrados, y alcanzó poderes mágicos sin haberlo previsto ni buscado especialmente. Después de años en contacto con maestros y practicando en retiros solitarios, encontró la inspiración para la reforma del budismo tántrico. Alrededor suyo, rápidamente, se agruparon multitud de discípulos que compartían la intención de reordenar la práctica budista. Los Gelugpa ("los virtuosos") recibieron reconocimiento por parte de la población y de otras escuelas tibetanas, por la pureza y el rigor de sus costumbres, y se distinguieron de otras escuelas en su indumentaria por el uso del gorro amarillo. También los soberanos del Tíbet apoyaron sus intentos reformistas y unificadores de las distintas escuelas.
Lo más destacado de su propuesta era crear una nueva disciplina monástica, estricta en cuanto al celibato y restrictiva en el uso de la práctica mágica asociada a los orígenes en la religión Bön. La vida monástica fue regulada y el uso del tantra limitado, valorando especialmente el estudio de los textos y la práctica comunitaria. El reconocimiento a la figura de Padmasambhava se mantuvo y se mantiene en la escuela Gelugpa, pero las derivaciones hacia una experiencia directa y personal del poder de la práctica que otras escuelas habían enfatizado, fue puesta en un segundo plano. Ayer, en "Casa del Tíbet" de Barcelona se celebró también su aniversario, con una puja especial.
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