La Gran Stupa fue edificada por Shamvara, una mujer humilde -aunque de origen divino; madre de cuatro hijos ilegítimos de padres distintos y de extracción aún más sencilla cada uno de ellos: porquerizo, avicultor…. Sin embargo, pudo prosperar por su esforzado trabajo, y alcanzó a darles educación a los cuatro, por lo que su agradecimiento le llevó a pensar en edificar un campo de méritos que pudiera recibir la mente de todos los Budhas. Alcanzado el permiso del Maharajá, que comprometió su palabra dando el consentimiento (y ese es el significado del nombre de la Stupa –Jarungkhasor: ”autorización inquebrantable”), se inició el laborioso proceso de edificación. Sobreponiéndose a todas las dificultades, la Stupa fue creciendo y el propósito de Shamvara se acercaba a su término. Sin embargo, las personas poderosas del reino sintieron que si alguien tan humilde ofrecía a los Budhas algo tan grande, se verían obligados a responder con algo aún mayor, o sentirían en sí mismos crecer la humillación que nace de la envidia y el egoísmo. Pidieron al Maharajá que revisara su autorización, sin conseguirlo. La Stupa se levantaba paso a paso, y al morir Shamvara, sus hijos sostuvieron el compromiso hasta culminarla. La coronación de los últimos planos de la Stupa se vió acompañada de todo tipo de señales auspiciosas, pues las deidades airadas y pacíficas “vertían una continua lluvia de flores y honraban el acontecimiento con su fausta presencia. El sonido de címbalos inundaba el espacio y el aroma del incienso se esparcía por todas las direcciones. La tierra tembló tres veces y la luz de la sabiduría… eclipsó el sol y alumbró la noche durante cinco días consecutivos…”
Hay algo que parece notable en el relato, y es la grandeza del gesto de los más humildes en su entrega a la edificación del campo de méritos, así como su reverso: la obstinación de los más poderosos en intentar impedirlo. Parece como si se nos quisiera recordar que de lo más bajo puede crecer lo más alto, y de lo más alto es de donde pueden nacer los principales obstáculos. Ese mensaje es seriamente comprometedor, pues si internamente nos lo aplicamos como un remedio para la superación de nuestras dificultades, podremos descubrir que donde está nuestra soberbia está nuestra mayor dificultad, y justamente allí donde menos creemos ser, es de donde puede crecer lo más alto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario