20101021

-MISTERIOS Y ARGUMENTOS

Argumentar acerca del misterio puede parecer una contradicción o un intento inútil en el que sólo cabe perder el tiempo. Sin embargo, es ésa una de las razones que hacen atractivas la cultura y civilización tibetanas. La pervivencia de sus rituales, la persistencia en sus prácticas no son procesos mecánicos para los que se pida una fe ciega; no es la obediencia por sí misma la que se establece como fundamento, sino que siempre aparece la voluntad de dar explicación y en cualquier caso, de someter al juicio de la propia experiencia lo que aportan al individuo que los realiza y a la humanidad que los incluye en su repertorio de herramientas de ampliación de la conciencia. Abren sin duda a dimensiones en las que la realidad cotidiana del mundo se vive de otro modo; incrementan el campo de lo que podemos reconocer como propio y nos dan confirmación de que somos algo muy distinto de lo que creíamos ser. Pero nunca lo hacen a ciegas: siempre respetando la capacidad de razonamiento y otorgándole el valor que merece a la lógica, el conocimiento científico -con todas sus limitaciones- y la argumentación formal. Variedades de la experiencia mística pueden ser el resultado, pero no hay desprecio hacia la filosofía o el lenguaje; más bien son vías que también podemos recorrer dirigiéndonos a término.
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Explicar, fundamentar, dar razón compartida, atender la experiencia son actitudes que el budismo tibetano cultiva y que lo sitúan muy próximo al desarrollo de la mente occidental -siendo tan distinto. A diferencia de otras prácticas religiosas en que las instituciones que las administran velan por su conversión en dogmas para sostener el misterio, el tantrismo nos presenta abiertamente caminos que conducen a él pero construyendo a la vez los mapas que lo hagan inteligible. Es una diferencia apreciable, que hoy cabe recordar desde el reconocimiento. Se puede argumentar sobre el misterio, debemos intentar entenderlo: ese desafío que va más allá de la curiosidad y obliga a la entrega completa para recorrerlo es uno de los aspectos en los que la llamada de Padmasambhava se hace fértil.

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