20100309

-PRACTICANDO MUDRAS

Viéndolos está claro que lo que hacemos con nuestras manos no es independiente de lo que le pasa al resto de nuestro cuerpo. Nuestro cuerpo incluye a nuestra mente; aunque también es cierto al revés, y es nuestra mente la que induce los estados corporales que a veces fantaseamos como independientes de ella. Desde uno u otro lado del encuadre que adoptemos, las conexiones neuronales que enlazan los dedos por intrincadas vías sinápticas con el cerebro, se flexibilizan y reeducan cuidando sus gestos. Automatizarlos, tal y como hacen ellos, transforma algo que va más allá del mero ejercicio de las articulaciones: se acerca a los domicilios del alma. Como solicita la tradición tibetana, no hace falta creerlo: basta con practicarlo y observar los efectos. Ellos lo hacen así.

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