20100719

-TIBET PERSONAL

En lo personal, cada cual sabe dónde se encuentra su pequeño Tibet. De vuelta hoy tras unos días en la sierra de los Filabres, entre el Valle del río Almanzora y el desierto de Tabernas, en la provincia de Almería, tengo que reconocer una vez más que ese es el mío. Enraizado en los paraísos confusos de la infancia y el torbellino a veces infernal de la adolescencia, vuelvo allí de vez en cuando arrastrado por los vínculos familiares. Sin embargo, también en esa tierra encuentro arraigo: la presencia implícita de otro país, de otro tiempo, del que como una reverberación disminuida llega siempre algo de su fuerza. Mi pequeño Tíbet personal está ahí, en el minúsculo pueblo de Bayarque, con su cementerio a la entrada y la iglesia en lo alto, rozando con el reducido verde de la vega la extensión de la tierra gris, blanca, muerta. El cielo, claro y seco, me trae también su eco.

Ayer, justo antes de salir de allí, miraba la televisión por un momento. Un excelente documental sobre los reinos del Himalaya parecía confirmar la afinidad entre ambos territorios que aprecia mi sentimiento. Lo último que vi en la pantalla -antes de casi volver a verlo en directo, al salir a la calle, reducido a una escala del 10%- fue una panorámica de Tikse, en Ladakh. Dejo aquí una imagen; Padmasambhava, de ruta hacia el Gran Tíbet central desde el reino de Oddiyana, pasó por allí en su momento.

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