20110311

IMÁGENES

Pocas reflexiones contemporáneas se han mostrado tan respetuosas con el sentimiento religioso como la de C.G. Jung, que desde el marco del pensamiento occidental incluyó en su perspectiva el amplio espectro de las distintas tradiciones espirituales. Algunas palabras suyas sirven para acoger en nuestro mundo la vivencia que está también en juego en la relación de la civilización tibetana con Padmasambhava y el resto de sus contenidos visionarios. Por ejemplo éstas, que aparecen hoy con especial intensidad: "Soy perfectamente consciente de que cuando me ocupe de estos objetos "metafísicos", estaré moviéndome en un mundo de imágenes, así como de que ni una sola de mis reflexiones llegará a rozar lo incognoscible. Conozco demasiado bien lo limitado de nuestra imaginación -para no hablar de la estrechez y pobreza de nuestro lenguaje-, como para figurarme que mis declaraciones podrían significar más que las de un hombre primitivo cuando éste dice que su dios salvador es una liebre o una serpiente. Aunque todo nuestro mundo de representaciones religiosas está compuesto de imágenes antropomórficas que, en cuanto tales, nunca podrían salir invictas de una crítica racional, no sería lícito olvidar que estas imágenes reposan sobre arquetipos numinosos, es decir, sobre un fundamento emocional que se muestra inexpugnable a la razón crítica. Lo que aquí está en juego son hechos anímicos que es posible pasar por alto, pero no así negar mediante demostraciones" (C.G.Jung: Respuesta a Job, Ed. Trotta, Madrid, 2008, pág. 375) . Sus palabras hoy quedan ahí sin más ilustración que las de las imágenes que en cada cual amanezcan. Se ven por sí mismas.

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