20100907
-UN MAESTRO ETERNO
La presencia de Padmasambhava en la historia del Tíbet es muy poderosa, y siendo considerado como un segundo Budha, se establece no sólo en los fundamentos más relevantes de las tradiciones budistas sino que aparece como un patrimonio cultural compartido, presente en la iconografía de templos y monasterios, y en las celebraciones populares. De entre las distintas escuelas budistas, su vínculo es especialmente estrecho con la más antigua, la llamada "Nyingma" , que lo reconoce como su maestro eterno y al que identifican como la raíz de sus prácticas. Un fragmento de "La historia del Tíbet" de Thomas Laird, en editorial Paidós (Barcelona, 2008) centra la cuestión. "La Nyingma, la primera orden, reivindica a Padmasambhava como fundador. Los Nyingmapa se llaman los "antiguos" porque son la única escuela de budismo que permanece en el Tíbet que surgió de la primera difusión del Dharma, bajo los emperadores. Aunque muchos Nyingmapa siguieron originariamente a sacerdotes casados -según el precedente establecido por Padmasambhava-, los Nyingmapa desarrollaron también una fuerte tradición monástica de celibato, como todas las órdenes posteriores del budismo en el Tíbet. Las otras órdenes reformadas se funden en torno a las enseñanzas de maestros carismáticos durante la segunda difusión del Dharma, que empieza con el retorno de monjes célibes al Tíbet Central. Cuando estas órdenes se desarrollaron, los Nyingmapa fueron los que no siguieron las reformas, los que bebieron más profundamente de las tradiciones establecidas por Padmasambhava. Aunque todos los budistas del Tíbet antes de 978 eran Nyingma, no utilizaron el término. Sólo cuando aparecieron las órdenes reformadas del budismo la orden Nyingma se convirtió en la orden de los "antiguos", y de ese modo, en una escuela distinta." (pág, 102-103). Acostumbrados como estamos en la perspectiva occidental a valorar la novedad y la reforma como algo que se presupone más próximo a la verdad y más ajustado al progreso de la luz, la mirada de Padmasambhava -y la actitud de los Nyingmapa- constituye un antídoto muy poderoso a ese tipo de ideales, cuyos mismos efectos van haciéndolos cada vez más cuestionables en nuestra civilización, convirtiéndolos más bien en ilusiones y equívocos. Un maestro resulta más fiable cuanto más remota la fuente de su presencia y más arraigada en lo eterno; una doctrina aparece más sólida cuanto menos reformas haya experimentado, y las prácticas se presentan más eficaces cuanto menor sea la distancia que hayan recorrido desde las originarias. Un maestro eterno, como Padmasambhava, no necesita aparecer -por todo ello- como maestro, y mucho menos presentarse y anunciarse como tal: basta con seguirlo y no desviarse de su efecto. Así parecen entenderlo y practicarlo los "antiguos" nyingmapas tibetanos. Anclados a su sombra brillan con él.
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