20100913

-LIBERACIÓN POR LA ESCUCHA (II)

El "Bardo Thodol" se presenta como la "liberación por la escucha". Ante la proximidad de la muerte (siempre está cerca, en realidad), la compañía de los textos de Padmasambhava es una preparación impecable. En ellos se describen los escenarios que sobrevendrán después del fallecimiento y las alternativas que el alma puede encontrar ante sí. Su lectura ceremonial, y ante todo, la escucha atenta, transforma el espasmo de la agonía al que en occidente se nos ha acostumbrado en un paseo por lugares conocidos de antemano. En las prácticas de la religiosidad tibetana, constituyen la garantía más firme para no extraviarse en el camino entre vidas. La "liberación por la escucha" cumple así la función superior de guía para el alma, y le permite desentenderse de los encadenamientos al pasado vivido para abrirse a su potencial completo. Escuchar con atención plena es enlazarse a la más firme dirección. Las palabras de otro, dichas a tiempo, indican el rumbo.
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En otras circunstancias, menos dramáticas y mucho más ligeras, el sentido de la "liberación por la escucha" ha reaparecido de impreviso. Un concierto de órgano en una basílica católica, ceremonial pero sencillo en su formato, llevó también a evocar en este pasado fin de semana qué significa "liberación por la escucha". Por algunos momentos, cuando se centra la atención, el oído sólo escucha, y oye plenamente la música dinamitando el aire en vibración. Todo lo demás se detiene, y si hay ideas, mueren; y si hay palabras, se apagan. Entonces, no hay más pensamiento ni estamos ya solos. Sólo la música, común y compartida, liberándonos de nosotros mismos por la escucha para conectarnos con algo que siempre es mucho mayor. Las palabras, si son verdad, hablan de muchas maneras distintas, y así, en esta anécdota musical, también se ha puesto a prueba su valor. La liberación por la escucha no es sólo oír, sino perderse en el sonido para hallarse sin ruido en los alrededores de uno mismo.

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