20100604

-EL REY BALIN Y SUS DOS HIJOS

En Occidente le llaman "historia sagrada" a los episodios asociados a la biografía de Jesús, su familia terrenal o a sus antecedentes bíblicos, a los santos, profetas y demás protagonistas del contacto entre el cielo y la tierra en la civilización judeocristiana. Cada uno de ellos, si se lee con atención y con respeto, conduce a una enseñanza, un aprendizaje, un mensaje útil para la vida. Algo parecido sucede en la tradición tibetana, y las biografías de Milarepa, el rey Trisong Deutsen, Yeshe Tsogyal o el mismo Padmasambhava son ante todo crónicas de un proceso de maduración interna y de transformación personal. Se despliega el espíritu en sus movimientos por el mundo y en sus respuestas a las circunstancias. Se aprende en lo anecdótico el sentido de lo esencial. En este fragmento de "Epítome de la vida y doctrinas del gran Gurú Tibetano", resuena algo de la sabiduría del rey Salomón del Antiguo Testamento. Padmasambhava no es protagonista directo, pero sí lo son los efectos de su proximidad.

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"Padma fue a vivir entonces a un cementerio del país de Baidha, donde vivía un rey yogui llamado Balin, muy versado en medicina. Balin tenía dos esposas, cada una de las cuales le dio un hijo. Al de la esposa mayor, Balin le enseñó secretamente todos sus conocimientos sobre medicina, pero al hijo de la esposa más joven no le enseñó absolutamente nada. Cierto día el rey anunció que tenía la intención de comprobar, por medio de un examen, cuál de los dos hijos tenía más talento para estudiar medicina. La madre del más joven, pensando que el rey se proponía de esta manera elegir como heredero a uno de sus hijos, lloró amargamente porque el suyo no sabía nada de medicina. El muchacho le dijo a su madre que no llorara; y dirigíéndose al cementerio donde se encontraba Padma, aprendió junto a él los cinco sistemas superiores de la medicina. Cuando llegó el momento del examen, el rey hizo pública declaración de que aquél de sus hijos que demostrara mayor eficiencia en conocimientos medicinales, sería elegido sucesor.

Públicamente fueron examinados ambos muchachos. El hijo mayor demostró gran conocimiento de trescientos tratados medicinales, pero el más joven manifestó mayor capacidad y, además de exponer los tratados, desarrolló la Doctrina del Budha tan maravillosamente que los devas, los nagas y los demonios aparecieron y le rindieron homenaje.

"Sin haber sido instruido, tú lo has dominado todo", dijo el rey, e inclinándose ante su hijo colocó los pies del muchacho sobre su cabeza. Llena de cólera, la esposa mayor gritó. "Aunque has instruido secretamente a mi propio hijo, es al de la reina más joven al que le has entregado la esencia misma de la ciencia médica. De haber sido enseñados juntos, mi hijo hubiera salido victorioso. Y ahora lo has humillado en público. A menos que repartas entre ambos tu reino dividido en dos partes iguales, me mataré aquí en este mismo instante". El rey aceptó la propuesta de dividir su reino en dos partes, por lo que el hijo más joven dijo: "Yo abrazaré la carrera religiosa". Así convirtiéndose en discípulo de Padma, el hijo victorioso dominó los Sutras, los Tantras y los Mantras, escribiendo muchos tratados sobre religión y medicina, y se le llamó Siddhi-Phala."
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Sin entrar en muchos detalles, salta a la vista que los elementos que intervienen en ambos relatos sagrados son afines e isomórficos en su estructura: un rey sabio, dos madres, dos hijos, la división equilibrada como solución al conflicto (en un caso del cuerpo de un hijo, en el otro de un reino en herencia), la renuncia (en un caso de la madre a la partición del cuerpo, en el otro de un hijo a su mitad del reino)... Quizá aparece también una conclusión, hipotética: lo que permite la unidad es la conexión al espíritu. En el juicio de Salomón, la verdadera madre impide la división del cuerpo de su hijo por imperativo de su amor por él; en la crónica tibetana, el hijo menor renuncia a la división del reino pues se ha convertido en discípulo de Padma y éste es su maestro. La unidad se preserva por la entrega al amor, al espíritu, a la verdad. Sería interesante prolongar en algún momento la analogía -y las diferencias- entre ambos textos.

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