20110625

EL SONIDO DE LA CAMPANA

La campana ("drilbu" en tibetano) forma pareja en las ceremonias tibetanas con el "dorje", simbolizando éste los medios hábiles por los que la sabiduría se encarna y aquélla el conocimiento último de la vacuidad. Asociados también a la polaridad femenina y masculina, el dorje se sostiene siempre en la mano derecha mientras que la campana ocupa la posición izquierda, como corresponde al polo femenino de nuestra naturaleza.

La concavidad inferior -la parte hueca- simboliza el vacío, y el badajo por el que el sonido se produce en su contacto, introduce el dinamismo por el que las apariencias se manifiestan en él. Bajo la empuñadura aparece un loto de ocho pétalos, que corresponde a los ocho bodisatvas femeninos y el vaso en el tronco del mango contiene el néctar de todas las realizaciones, bajo el rostro grabado de Prajnaparamita, la divinidad que encierra el conocimiento profundo de la vacuidad. Sobre ella, el vajra introduce en la polaridad femenina que la campana representa el principio masculino también.

Cuando suena la campana podemos sentir que todo se desvanece tal como aparece, y que nada tiene existencia propia más allá de la mente. El sonido sólo es posible por el vacío que lo acoge y del que proviene, como todo.

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