De nuevo aquí,
vacío,
espero entre la noche que se extiende
tu rostro
frente al mío.
Si siempre así,
rociándose en rocío,
la sombra de tu imagen me pretende,
desnudo y en silencio
me confío.
Y miro hoy hacia ti,
sin más que lo que ya no es mío,
por ver si en la tiniebla vuelves.
El cielo o sus estrellas van conmigo.
Y en todo lo que muere,
muerde el frío.
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