En la tradición tántrica, las dakinis simbolizan el principio femenino y son consideradas seres que habitan el espacio infinito, depositarias de la sabiduría primordial que transmiten en el momento oportuno a los seres adecuados según su aspiración y méritos. El modo en que lo hacen es un misterio: un lenguaje secreto cuya interpretación requiere especiales disposiciones en quien contacta con él, para poder ser llevado al código de las palabras compartidas por los seres humanos. Su reino es el del aire, y en él habitan como figuras simbólicas de múltiples manifestaciones, airadas o pacíficas. Padmasambhava contactó con ellas en varias ocasiones, y del encuentro llegaron profundas revelaciones que Gurú Rinpoché integró en sus enseñanzas.
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No resulta sencillo exponer en forma breve en qué consiste su lenguaje; la práctica tántrica presupone niveles muy elevados de realización para acceder a él. Me limito aquí simplemente a resumir lo que se expone en el enlace que relaciono al pie de la entrada. Parece fiable, y carece de pretensiones. Expone simplemente algunos rasgos de interés que pueden ser tomados como información de carácter cultural y no intenta sustituir al camino meditativo y de práctica profunda en el budismo vajrayana por el que el acceso personal y directo pudiera hacerse posible. Destaco un aspecto, que parece relevante:
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El texto al que remito abajo concluye con una serie de advertencias al respecto: la primera recuerda que, al tratarse de lenguaje simbólico, todo intento de llevarlo al lenguaje ordinario exige depurarlo de proyecciones personales que pudieran desvirtuarlo y confundir su sentido con turbulencias mentales de quien lo transmite. Saber si eso se ha conseguido precisa de una solicitud renovada a la dakini para que confirme si se ha llevado a cabo con suficiente pureza, pues no existe otro modo de contrastarlo: ni diccionarios de símbolos ni reglas preestablecidas de equivalencia. Debe ser la dakini misma la que confirme la validez de la intuición que espontáneamente otorga significados compartidos a sus súbitas revelaciones.
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