
En concreto, el relato que se abrió al azar en la pantalla del ordenador, es el de alguien que se identifica como "El amanuense" y se presenta como un ex directivo de empresa reconvertido por intervención de esos seres de la Hermandad de la Luz en transmisor de sus mensajes, y gestor del sitio web al que llegué en la búsqueda. En la narración del proceso de transformación por el que pasó de uno a otro estilo de vida se explican algunos de sus viajes, guiados siempre por un impulso interno, poderoso pero poco explícito, al que se decidió a seguir
sin resistencia. En uno de ellos, que tuvo como destino algunos de los monasterios del exilio tibetano en India, recibió esa información acerca de la presencia de Padmasambhava en el plano no manifiesto como director del plano temporal para el orden humano en la tierra. Fue informado de la identidad última entre los veinticinco discípulos originales y los maestros de la teosofía y el ocultismo europeo de los siglos XIX y XX. Su relato parece sincero; su verdad o no, no podemos juzgarla y la exponemos aquí simplemente como una vía abierta que se ha presentado sin buscarla en esta pequeña investigación pública por la que este blog va creciendo.

La tradición iconográfica tibetana adopta formas muy sugerentes al representar el encuentro de Padmasambhava y sus veinticinco discípulos. Observar algunas de ellas con detenimiento, sin prejuicios ni lecturas preconcebidas, abriéndose a nuevas interpretaciones, resulta muy fértil. Las formas en que Padmasambhava eligió manifestarse y retirarse de la historia, el modo en que estableció los encuentros con los suyos, esos círculos cristalinos en el espacio, todo se abre a mil miradas distintas, de entre las que podemos elegir la nuestra. El texto de las enseñanzas de Padmasambhava a los Veinticinco se encuentra disponible en una entrada anterior.
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